martes, 26 de febrero de 2008

Diferencias entre matemáticos y biólogos

Una persona tiene delante de sí a dos científicos: un matemático y un biólogo. El objeto es plantearles a ambos un problema y ver qué tipo de respuesta daría cada uno. Les muestra entonces los elementos que tiene encima de una mesa:
a) un calentador.
b) un cazo con agua.
c) cerillas.
d) una taza.
e) una bolsa de té.
f) una cucharilla.

El primer problema, consiste en hacer un té.

El biólogo dice: —Primero, pongo el cazo con agua encima del calentador. Enciendo una cerilla y con ella, el calentador. Espero que hierva el agua. Pongo el saquito de té dentro de la taza. Vierto el agua dentro de la taza y revuelvo con la cucharilla para que bolsa de té tiña el agua.

El matemático dice (y no me equivoco al escribir): —Primero, pongo el cazo con agua encima del calentador. Enciendo una cerilla y con ella, el calentador. Espero que hierva el agua. Pongo la bolsa de té dentro de la taza. Vierto el agua dentro de la taza y revuelvo con la cucharilla para que el saquito de té tiña el agua.

—Bien, responde el examinador—. Ahora, les planteo otro problema: supongamos que les doy el agua hervida y les pido que hagan un té. ¿Qué haría cada uno?

El biólogo contesta: —Bueno, en ese caso, pongo la bolsa de té dentro de la taza. Vierto el agua ya hervida dentro de la taza y revuelvo con la cucharita para que la bolsa de té tiña el agua.

El matemático dice, entonces: —Yo no. Yo espero que el agua se enfríe y paso al caso anterior.

Parece lógico que ustedes estén de acuerdo con el biólogo, y no les falta razón. Pero al mismo tiempo, les ruego que reflexionen sobre la forma de pensar del matemático: una vez que resolvió el caso más complicado, el primero que le plantearon, sabe que cualquier otra cosa que le propongan dentro del contexto la tiene resuelta.

¿No es interesante la vida así también?

(Nuestro agradecimiento a Adrián Paenza, autor de este texto, libremente adaptado por nosotros).

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